Momento de hacer valoraciones, recordar acontecimientos, hacer planes, empezar dietas (!?), proponernos nuevos objetivos...
En una palabra, podríamos resumir que nuestro año ha sido intenso:
Mucho trabajo con la apertura de la tienda física de Málaga, cogiendo aviones arriba y abajo para asistir a algunas de las ferias más importantes de Scrap que se celebran a nivel nacional, haciendo pedidos que no acababan de llegar a tiempo para las fechas señaladas, conociendo gente nueva tanto en persona como virtualmente, preparando talleres...
Pero sin perder la pasión por lo que hacemos, intentando mejorar cada día y muy agradecidos por teneros al otro lado del ordenador y por depositar vuestra confianza en Scrapalo.
A la palabra intenso, le seguiría la palabra feliz, o incluso la podríamos poner al mismo nivel, ya que haciendo lo que a uno le gusta, estando rodeados de gente estupenda, clientes, amigos, familia, teniendo salud... que más se puede pedir?
Pensando en ello, nos viene a la mente este bonito cuento de León Tolstoï que nos gustaría compartir con vosotr@s:
LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ
En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo,
vivió un zar que enfermó gravemente. Reunió a los
mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron
todos los remedios que conocían y otros nuevos que
inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el
estado del zar parecía cada vez peor. Le hicieron
tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de
eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en
caravanas de lejanos países.
Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los
ingredientes más insólitos, pero la salud del zar no
mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que
prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera
capaz de curarle.
El anuncio se propagó rápidamente, pues las
pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y
llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes
del globo para intentar devolver la salud al zar. Sin
embargo fue un trovador quien pronunció:
—Yo sé el remedio: la única medicina para
vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un
hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra
enfermedad.
Partieron emisarios del zar hacia todos los confines
de la tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era
tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el
dinero, quien lo poseía, carecía de amor, y quien lo
tenía se quejaba de los hijos.
Mas una tarde, los soldados del zar pasaron junto a
una pequeña choza en la que un hombre descansaba
sentado junto a la lumbre de la chimenea:
—¡Qué bella es la vida! Con el trabajo realizado,
una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares
¿qué más podría pedir?
Al enterarse en palacio de que, por fin, habían
encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El
hijo mayor del zar ordenó inmediatamente:
—Traed prestamente la camisa de ese hombre.
¡Ofrecedle a cambio lo que pida!
En medio de una gran algarabía, comenzaron los
preparativos para celebrar la inminente recuperación
del gobernante.
Grande era la impaciencia de la gente por ver
volver a los emisarios con la camisa que curaría a su
gobernante, mas, cuando por fin llegaron, traían las
manos vacías:
—¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es
necesario que la vista mi padre!
—Señor -contestaron apenados los mensajeros-, el
hombre feliz es tan pobre, que no tiene camisa.
Feliz 2014!!!!
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